En nuestro tiempo libre de lunes a viernes solemos convivir a la hora de cenar, en los ratos libres salimos al balcón o estamos por en el salón. Las tareas de casa tratamos de dividirlas para que todos hagamos un poco de todo. En el fin de semana nos organizamos un poco distinto, se propone un plan y según el interés de cada uno va o no, de tal manera que quizá en vez de ir todos, vamos tres, en pareja o los cuatro juntos. La convivencia entre nosotros es buena, tratamos de respetar el espacio de cada uno, algunas veces falta un poco de comunicación entre nosotros y surgen algunas confusiones, pero se solucionan rápido.

El barrio donde vivimos a primera vista no está mal, las fachadas son preciosas, los monumentos/fuentes/parques son impresionantes, y más con las luces de Navidad que hace que todo se vea aún más bonito, pero es un poco sucio porque tienen un sistema de recogida de basura que aún nos cuesta entender, ya que dejan las bolsas en la calle y muchas veces se acumulan, se acaban rompiendo y ensuciando todo. No nos da mucha seguridad cuando anochece porque hemos tenido un par de malas experiencias con vecinos de la zona.

El barrio está bien comunicado, ya que tenemos un metro al lado de casa el cual usamos una vez para ir al centro y bastantes autobuses que recorren la ciudad entera (aunque tardan la vida en pasar), hay mucha vegetación y parques, ya sean pequeños o grandes y muchas plazas emblemáticas. Alrededor de nuestro alojamiento hay diversos teatros (literalmente delante de nuestro portal hay un taller de marionetas), un estadio de fútbol, un jardín botánico…

Sorprendentemente tardamos un poco en darnos cuenta, pero hay un montón de monumentos culturales alrededor nuestra los cuales están como muy lejos a cuarenta minutos de nuestro alojamiento; como por ejemplo la famosísima catedral (Santa Agatha) y la plaza del elefante de piedra volcánica.

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